A veces me sorprende lo que puede aguantar el cariño
en los brazos del recuerdo de una ultima caricia dejados
al recaudo del tiempo.
Es verdad también que con la distancia de por medio
se van formando castillos siempre amenazados por
el soplido de la realidad.
Y sin embargo están dulce creer que tu vendrás y yo iré
y en un suspiro efímero habitaremos la eternidad.
A mi puerta también ha llegado muchas veces el por qué
pero nunca asoma la respuesta, pues mi corazón ha decidido
no dialogar con la razón.
Entonces se me ocurre que para querer no hace falta ninguna
razón. Pues, es la dádiva del corazón sin más.
Entonces se me ocurre que para querer no hace falta ninguna
razón. Pues, es la dádiva del corazón sin más.
Te quiero porque si.
Mañana te veré...