conocerte y no
saberte y no
tenerte y no.
Vas y vienes
como la ola que
ahora baña mis
pupilas.
Golpeas a mi puerta
como el mar a la roca
que en cada vaivén deja
surcos imborrables.
Y el impulso que a mi
orilla te devuelve también
arrastra la sal de mis mejillas
cuando a la inmensidad te vuelves.
Erosión de ternura que esculpe a la roca
que aguardando va el estallido del mar
quien en dulce recogimiento dejando va
caricias imposibles de borrar.
quien en dulce recogimiento dejando va
caricias imposibles de borrar.